lunes, 11 de junio de 2012

(L)) -comeback-

He intentando contaros mil veces mi vuelta a Berlín, mis percances en las raves a lo Walking Dead e incluso la delirante tarde en que descubrí que con estos vecinos mi edificio fácilmente podría pasar por el de Delicatessen. En ese trasiego de entradas perdidas además me he apuntado al gimnasio, he sufrido delirios estilísticos que me han llevado a vestir como un preso de Carabanchel, me he hecho adicta a las benzodiazepinas, he dejado las benzodiazepinas,me he bañado al baño María en el Spree, he escrito ciento y la vida Protokolle, me han llegado las tarjetas de visita y mil cosas más que había escrito yo aquí así como con mucha gracia y salero. Pero bueno, ya sabéis todos como soy yo, y la verdad es que es una pena que todo eso quede en el cementerio de borradores de Blogger por los siglos de los siglos, amén; pero la ocasión merece que mi vuelta sea directamente con esta entrada, porque me ocurrió una de las cosas más grandes y que hace que se me salte un poco la lagrimilla y todo cuando lo recuerdo (bueno, tanto no, o igual sí, yo qué sé)

Y qué momento! El momento en que Sven Marquart, probablemente el portero más famoso del mundo, salió de la penumbra de la entrada (con unas gafas de sol horterísimas, por cierto, MUY fan) y le dijo al calvito "Dejadle entrar". Juro que no sé cómo me contuve y salté como una loca a abrazarlo ahí mismo, me limité a balbucear un par de Dankes y me metí para adentro, más feliz que una perdiz  Y bueno, contado esto creo que hay que ponerse un poco en contexto para que entendáis el porqué de tanta alegría y emoción por mi parte:


Lo de Opa es sólo por la barba y porque lo mío con él es amor tierno puro y duro, no insinúo nada sobre su estado físico, por dios que no se me enfade que yo lo quiero y lo admiro muchísimo


El sábado por la noche tenía la fiesta "Eyes wide shut" (mamá por favor, no leas esto) en casa de Elena con sus compis y toda la secta de E-Darling. La noche genial, empezó lenta pero luego extrañamente se hizo cortísima, la gente majísima y todo el mundo bien mono con su disfracito y yo que creo que no salí de la cocina en ningún momento (el verdadero centro de toda fiesta que se precie, eso es algo con lo que cualquiera está de acuerdo). Y de alguna extraña manera, llamémoslo magia, llamémoslo inercia, la cosa acabó como tenía que acabar, bien tempranito de camino al B. y sin que yo tuviera que poner demasiado empeño en ello, aunque tampoco es que me encontrara yo en muchas condiciones de hacerlo. El caso es que a mí (y no porque no fuera preparada, que me había llevado ropa para cambiarme en caso de necesidad, que ya sabéis que a mí al Pano me gusta ir más de sport) no sé si por el ciego o por las ansias de llegar cuanto antes, no se me pasó por la cabeza cambiarme de ropa. Y allí me tenéis, sentada en el polígono de Ostbahnhof, en bragas, sujetador de prostituta japonesa y chaqueta militar con unas botas blancas altas de punta horteríiiisimas que compré por 3 euros en Albacete tiempo ha, cual personaje recién salido de un delirio Moeubiusano, cagándome en la puta porque pensaba que iba demasiado pintas y no me iban a dejar entrar.Y efectiviwonder, ahí que vino el calvito y me dijo que no, pero no por las pintas sino porque no llevaba el DNI. Y luego pasó lo que he contado más arriba *insértese corazón gigante aquí*. Así que sí, eso fue, la primera vez entro de postureo al Pano. ¡Viva el postureo, la naturalidad está muerta!

Lo que vino después ya os lo podréis imaginar. Al rato decidí que era hora de hacer una incursión a casa de Elena a por mis zapatillas de deporte, que estaban empezando a dolerme los pies de las botas y además las pobres hacía rato que habían dejado de ser blancas. Salí y aquello en un momento se llenó de taxistas (¿os recuerdo que yo seguía prácticamente desnuda?) Y sí, chicos, hice lo que nunca se debería hacer y me subí a uno. Acordamos 6 euros ida y vuelta y para allá que nos fuimos. Al llegar yo me puse a buscar como una loca la tarjeta de crédito por casa de Elena (que por cierto, estaba destrozada, yo no sé en qué momento exactamente hubo semejante inundación de confeti o__O) incluso me serví un cubata, a ver si me inspiraba y aparecía, pero nada. El taxista se puso nervioso y empezó a tocar al timbre y todo, pero al final me dijo que no importaba y que me llevaba gratis. De vuelta nos encontramos a dos chaladas que resultó que también iban para el Berghain, así que las recogimos, yo crucé miradas de "Ok" con el taxista y en menos de 5 minutos estábamos delante del templo. Me levanté, salí, me despedí del taxista y me fui para la puerta, mientras el taxista les exigía el dinero de la carrera entera y ellas iban comprendiendo poco a poco la situación. Luego no paré de encontrármelas indignadísimas por el Panorama gritando que les debía 3 euros; yo según me diera me limitaba a bailar y sonreírles o les decía que no las conocía, que quiénes eran ellas y que qué de un taxi. En fin, súper best friends, vaya. El resto genial, la música estupenda, el Pano lleno de conocidos, y bailar en ropa interior resultó ser extrañamente liberador y sobre todo muy adecuado para estos calores. Mu rico.


Y eso fue, básicamente. A media tarde decidí que aquello ya estaba bien y me volví para mi casa, apestando a felicidad y con el principio de una resaca rarísima que me duró hasta la noche, pero sintiendo como si los chakras se me hubieran realineado y yo volviera a estar en paz con el mi mundo. Si es que la fiesta me sienta genial. Y bueno, que ahora sí, que con esto sí que vuelvo al blog, que además llevo una época un poco estresada; el otro día hasta me puse una mascarilla que prometía afinar los poros y el espíritu, pero al final ni una cosa ni la otra y a mí me da que esto del blog me funcionará mejor.

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